Saturday, April 22, 2006

Y aún así eres la misma


Sí, eres la misma ternura que conmueve mi corazón, y no quiero pecar de romántico al decir que tu recuerdo perpetuo en mí es tu rostro, guardado en mi mente aquel día en el que tenias tu cabeza recostada en mi antebrazo; y tu cabello largo y rizado descansando en el sofá; con un gesto en tu cara, tan común, pero tan mágico para mí en ese sublime instante; con tus ojos tan comunes, pero con un brillo tan diferente. Me mirabas extrañada, tal vez por la forma en la que yo te miraba a ti; y no te culpo por verme en esa forma; ya que cuando uno se convence de el amor tan grande que siente por alguien, ese amor se desborda e inunda todo el cuerpo y brota por los ojos, por los oídos y por los gestos; haciendo que uno ponga cara de tonto ó más bien de idiota.

Yo tiendo a sentir más que a pensar, ya que no me preocupo en reflexionar sobre lo que siento, me aterra llegar a la conclusión de que mis sentimientos son vacíos y carentes de sustento lógico. Me gusta amar, oír y creer que todo es posible, no sé identificar a un mentiroso, aunque el mentiroso sea yo mismo... me creo al decirme que no te extraño y que no eres para mí todo mi mundo, y eso que ya ha quedado comprobado: cuando no estas me vuelvo asceta frustrado, asceta por necesidad y frustrado por no querer aceptarlo.

Tú, tú eres la misma: sobria y resignada; tenaz y esforzada; indolente a las ideas del mundo y entregada a lo que te apasiona. He pensado que tu podrías ser una santa, que podrías ser canonizada por la iglesia romana si no fuera porque a tu vida le has añadido a este demonio que soy yo mismo, que lejos de darte la tranquilidad que buscas te corrompe y te perturba, te pone espinas en tu camino, te hace odiarte a ti misma...

¿Qué me das? esa seria mi pregunta, al preguntarme por qué sigo contigo. Indudablemente, si la contesto al instante, nada me das, pero en los momentos tranquilos, en los momentos en los que súbitamente invades mi mente, recuerdo la bondad de tu ser, recuerdo la incomparable experiencia de hundir mi rostro en tu cabello, cerrar mis ojos y guiar mis sentimientos por la estela de tu aroma; recuerdo tus caricias desesperadas, buscándome ávidamente, volviendo exiguos los miedos, volviendo eternos los instantes, que se reproducen y vuelven a nacer como un mítico fénix, enjaulado en algún recodo de mi cerebro.

¿Que te doy? insoportable pregunta, cuando repentinamente siento que no te merezco, cuando repentinamente siento que me has dejado de amar. Y es que cualquiera que tuviera por respuesta "te amo por tonta" sentiría eso.

La ultima vez que te extrañe tan nostálgicamente, fue cuando alcé mis ojos al oste, y vi tan imponente a la constelación de lira, esa que tu llamas "flechita" y yo "P" esa que dices que te recuerda a mí. Y me dije: tal vez ella también la esta viendo. Que consuelo…